jueves, 2 de mayo de 2013

LA GUERRA POLÍTICA EN COLOMBIA Y LAS AURORAS IRISADAS. Un manual de represión.



*LIBARDO SANCHEZ GÓMEZ

      
Toda  lucha política tiene siempre un sustrato militar, y para mantener  el poder se necesitan las armas.  Para enfrentar a la oposición las élites dominantes tienen su biblia de cabecera: La Guerra Política a Nivel Táctico (1998) este es un tratado acerca de cómo enfrentar  el conflicto civil y militar en Colombia escrito por el mayor del ejército Eduardo Ortiz Tobón,  puro veneno ideológico destilado desde el Departamento de Defensa USA, fuente  donde abrevan militares, paramilitares, la derecha y la pseudoizquierda. Para el autor de tan "magna" obra: “…Los sindicatos, cooperativas y juntas administradoras locales son la mayor fuente de reclutamiento para los diferentes grupos de terroristas”.   Ve    las organizaciones sociales, que piden algo de justicia y oportunidades, como enemigos que atentan contra el orden establecido, lo que explica, a su vez,  los crímenes de estado, torturas, masacres estatales, para estatales y el genocidio  de casi toda la militancia de la Unión Patriótica. De igual manera el lenguaje de mandatarios y altos funcionarios es calcado de este texto, por ejemplo, el terrorista extraditable No 82, Uribe Vélez, de allí acuñó el eslogan de su Plan de Gobierno: SEGURIDAD DEMOCRÁTICA,  que lo llevó a la presidencia, como culminación de un proyecto mafioso.  

El  militar Ortiz debe su formación intelectual - ¿transformación mental? - a la academia militar gringa Fort Bening (Georgia, Estados Unidos) allí fue entrenado en  operaciones sicológicas, inteligencia militar, C-3 y C-3A (¿métodos de interrogación y torturas?). Los gobiernos latinoamericanos, como muestra de sometimiento al imperio USA,    envían a los altos mandos militares para ser adiestrados en sus Centros de adoctrinamiento. Los únicos países americanos que no permiten esta abyecta práctica de domesticación son Venezuela,  Cuba y Bolivia.
  
La CIA y el departamento de defensa norteamericano   llevan a cabo investigaciones de tipo biológico, abiótico y neurológico con el ánimo de dominar el mundo, controlando la mente de los humanos.   Al respecto Percy Francisco Alvarado Godoy  (abril 2013) comenta que en “1953- La CIA inició el Proyecto MK ULTRA, el cual se extendió durante once años de investigación, siendo concebido para producir y probar drogas y microorganismos para controlar la mente y modificar la conducta de los seres humanos, sin el consentimiento de los mismos”. También dice que en “1965- La CIA y del Departamento de Defensa comenzaron el Proyecto MK SEARCH, con el fin de manipular la conducta humana a través del uso de drogas psicodélicas. Según  el mismo autor en “1966- La CIA inició el Proyecto MK OFTEN, dirigido a probar los efectos toxicológicos de ciertas drogas en los humanos y los animales”. Y es de dominio público que en los Complejos Militares Industriales y Centros de Investigación  (USA)  se llevan múltiples  ensayos que afectan gravemente todas las formas de vida. “La CIA, el Pentágono  y el Mossad son, hoy por hoy, elocuentes ejemplos de ese desprecio de la ética humanista”.

  “El  proyecto HAARP  es un proyecto de investigación de auroras de alta frecuencia avanzada, pertenece a la Fuerza Aérea y la Marina de los EE.UU. Sus instalaciones se ubican en Gakona, Alaska. Consiste en 180 antenas funcionando como una sola, emitiendo 1GW o mil millones de ondas de radio de alta frecuencia, que penetran en la ionosfera, para interactuar luego con el electrojet (energía que flota sobre la ionosfera, que al aplicarle energía, puede modificar el medio, creando ondas de baja y muy baja frecuencia.) Es un calentador ionosférico, creado por Bernard Eastlund. Se le considera como un proyecto de arriesgadas consecuencias catastróficas, desde arriesgadas modificaciones en la ionosfera, hasta la manipulación de las mentes humanas. Convirtiendo las ondas de baja frecuencia en alta intensidad, podría afectar negativamente a los cerebros humanos”. Tomado de http://cklaho-unknown-niniagrito.blogspot.com.

No es difícil adivinar quienes son los conejillos de indias empleados en estos laboratorios de manipulación mental, mala suerte para la salud mental de los micos aulladores extraídos de nuestras selvas y para nuestros mejores  mandos  militares  seleccionados de los cuarteles latinoamericanos.

Es de esperar que un individuo por afinidad de clase, de raza e histórica, defienda a los suyos y la soberanía Nacional. Pero gracias al alto grado de alteración biomolecular del cerebro de los mandos militares entrenados en USA estos terminan  identificándose con los intereses de las corporaciones transnacionales, quienes realmente dominan al planeta, y con la burguesía local.    Les  tatúan  en las neuronas que el medio de producción capitalista es inmutable;  el  inevitable avance dialectico de cualquier sociedad plagada de antagonismos (capitalismo)  como la nuestra hacia formas de organización social con justicia y equidad (socialismo) es, apenas, un  ardid (del comunismo internacional) y, por tanto, un crimen.     Vuelven de las Academias gringas a los cuarteles  convencidos de que la competencia, la  acumulación, la  depredación de la naturaleza (megaminería) y de la vida humana (miseria) son el ideal supremo que deben defender. El  “Establisment”,   capitalista, no importa en manos de quien esté ni el nivel de corrupción que comporte, con tal que siga los lineamientos de dominación geoestratégicos del imperio norteamericano, es la única estructura democrática universal válida, y   debe  ser preservado a cualquier precio.  Se  les enseña a considerar a  los opositores como el “enemigo interno”, y, dentro de la dinámica de la Guerra Política, se les   declara   objetivos militares.

Por tanto, quienes reclaman cambios sociales y políticos son comunistas, que ponen en peligro la institucionalidad. Y a   las reivindicaciones, por simple que sean o parezcan,  les cabe la guerra tal  como la concibe  Clausewitz: “…acción de guerra total, una guerra sin cuartel para conseguir la aniquilación del enemigo, utilizando todos los medios de que disponga el estado, para destruir la voluntad de combate (¿estudiantes, indígenas, campesinos?) de  una fuerza o adversario”. 

El  prologuista de este libro, el brigadier Alberto Bravo Silva, haciendo referencia a como el autor aconseja manejar la  protesta social, escribe  que se debe indagar acerca de la “…la influencia externa y exterior de autoridades, dirigentes y organizaciones  locales, para buscar y lograr su compromiso mancomunado y descubrir porqué no, su peligrosa alineación en contra del Estado”. 

Recitando  a Clausewitz, el militar Ortiz Tobón,  susurra esta perla: “…aniquilación del enemigo (oposición) utilizando todos los medios y desacatando todas las convenciones” (El paréntesis y subrayado es mío) También considera la guerra sucia como algo normal e imprescindible,  según Él hay que lograr “…el desprestigio del contrincante”.  Para obtener tal cometido contra el enemigo interno la guerra se   escalona en ideológica, psicológica, de inteligencia, de estratagemas, de organizaciones y de masas; las anteriores se   complementan con: “...la manipulación de mentes e intelectos”.  Y el “radio de acción no sólo contempla al adversario sino a sus propios nacionales, estén estos ubicados en donde sea”- Bush y Obama recitan el mismo poema- Claro que desarrollar el libreto al narcoterrorista No, 82, en Ecuador y Venezuela, casi le cuesta que le rompieran sus “tres güevitos”.

Las “auroras de alta frecuencia avanzada” son la toxina de una invisible plaga que ha  atacado en Colombia las neuronas del estamento militar, los órganos legislativos,  al ejecutivo y a la dirigencia de la pseudoizquierda.  La  higiene mental, en condiciones normales, hace que las diferencias entre agrupaciones diversas se resuelvan tomándose un tinto;  ¿en qué mente normal cabe que no se deba buscar  una solución política al viejo conflicto social y militar que vive Colombia?

   Pero qué es lo que piden los alzados en armas, que con tanta vehemencia se niega a conceder el Jefe negociador del gobierno Humberto de La Calle, nada especial para ellos,  todas sus aspiraciones coinciden con lo que espera la sociedad en su conjunto, equidad de oportunidades y justicia. Pero se ha trastornado y transformado tanto la conducta  del sector militarista  que les asusta la posibilidad de un arreglo político a la guerra interna, según Ortiz,   “la intensidad del conflicto puede ser cada vez más crítica, lo cual puede hacer que en el futuro la sociedad al verse acosada por el terror y el miedo, opte por apoyar negociaciones…”, pues esa hora llegó, por ello sus condicionadas neuronas    no hallan la forma para torpedear cualquier acuerdo.

Las ondas maléficas mantienen en un caos conceptual e ideológico la mente de este   militar, para él los movimientos sociales, las protestas, marchas gremiales, campesinas, estudiantiles y sindicales, son “propiciadas por los alzados en armas, y por tanto se les debe combatir con todo lo que esté al alcance del estado”.  En su lógica, los líderes son impuestos por las guerrillas: “…Imponen sus voceros y amplían el espacio político y territorial para crear tejido social…”.  El lavado cerebral ha urdido una telaraña neural       que le hace creer que: “…el objetivo final es el logro de la seguridad interna”, y que  los objetivos se logran “aislándolos (a los alzados en armas) del apoyo de la opinión  pública…” (quitarle al pez el agua) lo que se ha traducido en los miles  de líderes campesinos y  populares asesinados y millones de desplazados por toda la geografía nacional. 
  
Para este ideólogo militar un demonio   inspira a los sectores sociales opositores, y este  es el comunismo, “una ideología foránea que contaminó a los primeros alzados en armas”. El comunismo no es un resultado del inevitable cambio social sino una entelequia para  arrebatar  propiedades,  la religión e incluso los hijos a sus padres.   Según el militar Ortiz  nuestro conflicto interno  “…es la confrontación de la democracia contra el totalitarismo de carácter comunista…”,   el cual  de antemano   “…es un pensamiento malicioso, que va en contra de todo orden legítimo y constitucional, de los lineamientos tradicionales y lo que significa desarrollo en cada uno de los poderes social, económico, político y lógicamente militar…”

       Para la mentalidad militarista, la extrema pobreza, la aberrante desigualdad social, la corrupción y el analfabetismo no son fruto del modelo esclavista y excluyente burgués sino que han sido creados por los  enemigos del orden, “crean sentimientos y conciencia de descontento social en el pueblo colombiano, para fortificar la base de la destrucción ideológica”. Y   Ortiz, también, cree firmemente “que utilizan agentes para disfrazarse de liberales, demócratas, personajes firmemente anticomunistas con el fin de esparcir el derrotismo y pesimismo especialmente a los militares y civiles”.

          Los últimos avances en genética muestran que no sólo se heredan caracteres físicos sino conceptuales;  y así como unos heredan ojos negros y otros azules, de una generación de militares a otra se puede transmitir el odio al enemigo interno, hay que aclarar que no es el odio lógico de clases sino entre la  misma clase. Eso explica el porqué el infantil ministro de guerra Juan Carlos Pinzón, heredó la tara violenta de su padre militar. Así que siendo   la guerra política en Colombia un asunto de genes y de auroras irisadas, va a ser casi imposible que en la Habana se pueda lograr un acuerdo de Paz.  Además, los domadores imperiales   no van a dejar que se les arrebate tan fácil la principal base geoestratégica en Latinoamérica, pues tiene al alcance de la mano a la díscola Venezuela y al gigante económico Brasil.    Para que pueda ser posible la Paz, el presidente Juan Manuel debería destituir fulminantemente al ministro de guerra,  cambiar a toda la cúpula militar, mientras se les reentrena mentalmente, y prohibir tajantemente que militar alguno acuda a las academias militares gringas.

  *DMV. UN. MSc. Economía. P U Javeriana. Profesor universitario.

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