miércoles, 28 de agosto de 2013

Parelo entre las mesas de La Habana y la del Paro Nacional Agrario

 Libardo Sánchez Gómez

Si algo ha dejado en claro el “inexistente” Paro Agrario Nacional es que el modelo económico capitalista en su máxima expresión,  el neoliberalismo,  ha colapsado, y no sólo en Colombia sino a nivel global. No hay cómo solucionar los problemas de las mayorías tanto del campo como de la ciudad. 

Se ha evidenciado que se necesita una urgente transformación social y económica, y se tendrá que hacer por las buenas o por las malas. Y, también, se ha hecho evidente que la solución a la problemática campesina y minera pasa por una democratización de la tenencia del suelo y subsuelo, concentrados en un puñado de latifundios improductivos y/o en manos de empresas transnacionales unas  dedicadas a extraer sin mayores contraprestaciones nuestros recursos minerales y otras a sembrar vegetales destinados a la generación de biocombustibles, nada que ver con la seguridad alimentaria de la población en general.   Los campesinos dedicados a sembrar papa y criar vacas de leche son víctimas de los desaciertos gubernamentales, a quienes no les ha importado ceder  la soberanía nacional  a cambio de poder mantenerse en el poder. 

La presión de las Corporaciones Transnacionales también impusieron  otro tratado con un gigante como es la Unión Europea;  y los vecinos del Sur no han desaprovechado  la ola globalizadora de nuestra oligarquía y ha logrado  firmar sendos TLC, sabiendo que nosotros no tenemos como competirles.   La ponderada globalización terminó con las  fuentes de ingreso de los productores del agro; definitivamente no se puede  competir con ninguno de los países con los que se acordó comerciar sin aranceles; los Norteamericanos y europeos subsidian hasta el 70% los costos de sus productores agropecuarios; y un país como Ecuador, que no ha hipotecado su soberanía, produce sus propios fertilizantes e insumos de tal manera que un bulto de fertilizante allá cuesta en pesos colombianos $25000 y el mismo en Colombia $75000. Mientras tengamos que comprarle los insumos a las   trasnacionales no podremos ser competitivos.  Además, Colombia no puede otorgar subsidios a los productores, pues los acuerdos firmados así lo contemplan.

El nivel de conciencia y poder de la clase campesina en el mundo entero siempre se  ha minimizado, pero ellos fueron los que llevaron a cabo las Revoluciones Rusa, China,  vietnamita e incluso la cubana. En  Colombia el pueblo en armas es casi completamente de origen campesino, precisamente gracias a un campesino, Manuel Marulanda Vélez,   hoy   la oligarquía se ha visto obligada a conversar de Paz  en igualdad de condiciones con los rebeldes en La Habana. Y   los campesinos apostados en todas las vías nacionales pusieron a temblar a la oligarquía sin saber como convencerlos para que regresasen a sus parcelas.  

La problemática del país que se discute en la Mesa con los campesinos   es tan o más compleja que la tratada en La Habana entre los alzados en armas y el Gobierno.  Además, en Cuba hay un diálogo de sordos, a las cientos de propuestas de la insurgencia el gobierno dice NO; el meollo para la oligarquía está en convencerlos de   reintegrarse a la vida nacional sin que las estructuras sociales y económicas cambien, claro que, se supone, así lo aceptaron los rebeldes. Da la impresión que en La Habana está prohibido tocar la estructura de tenencia de la tierra, la suerte de la minería tradicional, la estructura de costos del transporte, aspectos relacionados con la soberanía nacional, el modelo económico y las superestructuras políticas y jurídicas. Nada... nada... se cambiará. Se espera, ilusoriamente,  que los alzados en armas den por terminado su alzamiento, y vayan los jefes  a la cárcel y algunos de la base al Congreso. En la Mesa de los campesinos las soluciones, necesariamente, tienen que entrar a revisar estructuralmente el modelo y  las políticas económicas y el marco jurídico, de no ser así no habrá soluciones. Qué encrucijada para la oligarquía, si no arregla en una Mesa le toca hacerlo en la otra. Lo más grave de todo es que no está en sus manos negociar cambios estructurales en ninguna de las Mesas. ¿Habrá paz en Colombia? Lo cierto es que en el horizonte cercano se vislumbra un acercamiento entre todos los campesinos. 

Las últimas declaraciones de los voceros de los insurgentes dejan ver que no habrá firma de acuerdos si no se contemplan cambios estructurales en el modelo.   Las FARC-EP y el ELN han hecho causa común, y ya estos últimos, a pesar de lo que algún día dijera el comandante Antonio García: “aceptar negociar sin que nada cambie es una irresponsabilidad”,  están sentados en otra Mesa   en Uruguay, donde funge como presidente Pepe Mujica, un  ex de la causa revolucionaria,  discutiendo lo ya discutido con las FARC en La Habana. ¿Quien desenreda este ovillo?


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