lunes, 18 de noviembre de 2013

NOS LEVANTAMOS EN MINGA PARA NO SEGUIR SIENDO LO QUE NUNCA HEMOS SIDO

Sin rendirnos, ni vendernos ni dejarnos engañar: Vamos de vuelta a la casa grande de la Madre Tierra. 


Cuando nuestras y nuestros ancestros descubrieron a los españoles, América todavía no existía. Tampoco existía octubre ni el día 12, ni 1492. Ahora que seguimos descubriendo las estrategias que usan para imponer su proyecto de muerte, nosotras y nosotros, las comunidades y los pueblos, nos levantamos en palabra y acción desde nuestros territorios para decirle a las y los conquistadores que no queremos los tratados de libre comercio, que no aceptamos el extractivismo de nuestra Madre Tierra y que no vamos a seguir recibiendo sus espejos. Que nuestra lucha va a seguir caminando en defensa y construcción de la vida, del territorio y de la paz que soñamos desde abajo y entre pueblos. 

A todas y todos los agentes del proyecto de muerte vengan de donde vengan, les ratificamos que nuestra Madre Tierra no es mercancía. No está en venta. No tiene precio. Que nuestra conciencia pese a dificultades y contradicciones sigue creciendo, sigue resistiendo y quiere tejerse a otras luchas y alternativas que desde cualquier rincón del Abya Yala están caminando palabra y acción dignas de hijos e hijas de la Madre Tierra. Que nuestro tiempo no es ni será nunca el del despojo y el desprecio sino el de los ritmos de la vida. Que vamos a seguir insistiendo para que la autonomía no sólo no se nos quede en el discurso, sino que no la sigan mintiendo como palabra vacía y pretexto, para que crear y defender autonomías sea una práctica concreta que nos permita vivir dignamente y en libertad. 

Por eso no solo vamos a seguir movilizándonos en rechazo al modelo económico del extractivismo y el mal llamado libre comercio; al terror y a la guerra que nos mata y nos desplaza; a la legislación del despojo que nos somete, sino que vamos a seguir construyendo nuestra sociedad-otra y vamos a seguir ejerciendo desde abajo nuestro control territorial frente a todo actor y flagelo que desarmonice nuestro territorio. Lo venimos haciendo, a pesar de contradicciones y dificultades. Actualmente podemos señalar ejemplos en nuestros resguardos, particularmente en Toribío, Canoas, Munchique, Jambaló entre otros. Las comunidades de base le siguen diciendo No a la militarización de nuestros sitios sagrados; No al mal uso de la planta sagrada y al narcotráfico; No a la guerra y a los actores armados; No a la minería; No a la privatización de los bienes comunes: No a las decisiones autoritarias e inconsultas. Muchos NO a todo lo que amenace la autonomía y profundice la conquista venga de donde venga.

Por todos esos dolores que nos enferman en nuestros territorios como consecuencia de la perpetuación de la conquista, nos vamos a movilizar. Vamos a seguir insistiendo en la autonomía desde abajo. Vamos a salir a denunciar todo lo que nos desarmoniza con la Madre Tierra y el riesgo inminente que corren nuestros Planes de Vida con la implementación de este modelo minero energético. Vamos a salir porque el dolor del campesino, del negro, del mestizo, del urbano, es nuestro. Vamos a movilizarnos porque el dolor de la Madre Tierra es nuestro y si ella se muere, nosotros también nos extinguiremos con ella. Vamos a protestar porque es la vida la que sigue en riesgo. 

Riesgo anunciado y denunciado durante décadas desde las comunidades y los pueblos decididos a enfrentarlo con la consciencia convertida en camino. Camino y consciencia que quedaron plasmados entre otras, en la Consulta Popular frente al TLC con EEUU realizada el marzo de 2005 y desde la Minga (2004-2008), que convocó caminos para transformar un país con dueños y sin pueblos, en un país de los pueblos sin dueños, con una agenda de 5 puntos surgida desde el dolor, la palabra y la experiencia de las comunidades, conscientes de esta nueva imposición de la conquista enmascarada bajo el eufemismo del “libre comercio”. Sabiamente nos alertaron sobre el riesgo inminente para la vida toda y para nuestra Madre Tierra. Agenda de resistencia y alternativa al libre comercio que miles de comuneras y comuneros caminaron en y desde sus territorios, recorriendo el país en la Minga de Resistencia Social y Comunitaria de 2008, que finalmente no pudo ignorarse y cuya semilla quedó sembrada en el terreno fértil de la resistencia. 

Siguieron y permanecen los años oscuros y difíciles de confusión y aparente olvido, incluidos como siempre, la persecución, la manipulación de los argumentos, el engaño, las envidias, los autoritarismos, el control por la vía del señalamiento a quienes nos atrevemos – y nos atrevimos- a exigir la defensa de los espacios de debate y reflexión críticos y abiertos en comunidad, para que por encima del poder estuviera siempre la verdad tejida en comunidad. Llegamos a sentir y sentimos aún el dolor del despojo y del abandono del camino para y por la vida, suplantados por el frío cálculo del interés particular que de todo se sirve y todo lo manosea y lo penetra; aún nuestros procesos. 

Seguimos y seguíamos sabiendo que la semilla de la Minga frente al “libre comercio” y a la muerte, debía ser custodiada. Pero no parecía haber tierra fértil que la rescatara. Por eso nos llenó de regocijo ver a miles de campesinos y campesinas de diversos sectores del agro paralizando al país, precisamente levantados en rechazo al modelo económico y a su mal llamado libre comercio. 

La semilla encontraba terreno fértil en manos de custodios acostumbrados a trabajar la tierra, a producir frutos y alimentos y, por ello mismo, a sufrir el despojo de la conquista definitiva a manos del extractivismo. Desde la diversidad y la dispersión fueron precisamente las semillas las que los levantaron en el Paro Nacional Agrario y al movilizarse desde las dignidades. La palabra de la Madre Tierra, la misma que nos había llevado a la Minga se convierte en agenda de resistencia a la conquista del “libre comercio” también para el campesinado. Es la defensa de la vida, el reclamo de Mama Kiwe, el origen y el destino de nuestra lucha. Por ello, nuestra lucha común, esta Minga, no tiene dueños ni autoridades, ni puede tenerlas. Por eso, levantarnos en Minga es simultáneamente rechazar a quienes han pretendido mandar vengan de donde vengan. La autoridad es la vida misma y la Madre Tierra movilizadas a través de los pueblos en resistencia que aún la reconocemos y la respetamos. 

Así como lo venimos advirtiendo desde décadas atrás, también sabemos que lo que se necesita todavía no existe y que aún no encontramos palabras para nombrarlo, pero se encuentra en los territorios y su regalo de bienes comunes; aquellos, como el agua, sin los cuales la vida no es posible. Pero sí tenemos claridad que este sistema, que este proyecto de muerte como aprendimos a reconocerlo y a nombrarlo para resistirlo, está en crisis y para superarla necesita despojarnos de nuestros territorios –físicos e imaginarios-, de nuestras voluntades autónomas y colectivas, reclutarnos, eliminarnos y sacarle a la tierra la sangre y la vida para alimentar su insaciable codicia. Para los conquistadores y sus cómplices sobran los pueblos, amenazan nuestras consciencias, escasea la vida y la acumulación no puede detenerse. Por eso es urgente no sólo entender ese proyecto de muerte para resistirlo, ir construyendo alternativas y movilizarnos para tejernos entre pueblos, sino retomar el camino de un mundo otro, posible y necesario, superando la confusión con la que nos compran y nos engañan para que nos rindamos. 

“No venderse, no rendirse y no dejarse engañar” son las enseñanzas prácticas de quienes jamás caen en la trampa que tienden los malos gobiernos y sus cómplices, vengan de donde vengan. Es necesario recordar siempre que cuando no tenemos agendas propias, nuestras, siempre nos someten quienes nos las imponen. De la misma manera, si no es nuestra agenda la que nos lleva a la lucha y a la movilización, obedecemos ciegamente y engañados, los intereses de quienes nos suplantan para que seamos las víctimas, los héroes, los muertos y heridos útiles a sus proyectos. Para caminar nuestra palabra, debemos nombrarla colectivamente, con autonomía y desde abajo. Es la única manera de distinguir entre nosotras y nosotros y ellos, los que nos despojan y nos usan, vengan de donde vengan. 

Por eso nos parece que las movilizaciones y acciones de hecho que caminemos para defender la vida y el territorio, no deben ser utilizadas por algunos únicamente para alcanzar los resultados que pretenden de antemano de mesas de negociación con el mal gobierno que suplanten nuestras decisiones y agendas colectivas. Es que, en últimas, no luchamos para que nos den un espacio en el proyecto de muerte ni cargos en los malos gobiernos, sino para que nuestros planes de vida y nuestros buenos gobiernos los reemplacen para siempre.

Para esta movilización en el mes que occidente bautiza como del “descubrimiento”, nosotras y nosotros ratificamos que octubre es el mes que nos trae a la memoria a millones de indígenas exterminados y a miles de culturas sepultadas, el recuerdo de cuando se inició el genocidio, la conquista y el despojo en nuestro Abya Yala. De allí que no celebramos. Nos levantamos para seguir rechazando la conquista que se profundiza con nuevas, más sofisticadas y perversas estrategias para dominarnos y cooptarnos. Nos movilizamos para gritarle al mundo que hemos resistido más de 520 años y que somos futuro y vida. Vamos a seguir caminando en defensa de la vida y de la Madre Tierra. 

Conmemoramos un futuro necesario que viene tejido a todas las criaturas de la vida desde siempre y lo hacemos señalando nuestro tiempo. Para hacerlo, nombramos una fecha imposible, que nunca existió ni podía ser: El 11 de Octubre de 1492. Imposible porque hasta ese día, no existía América, ni el almanaque del despojador con su tiempo para conquistarnos. Tal como hubo un antes que no cabe en el almanaque de la conquista, hoy nombramos sin palabras el después que nos levanta de un tiempo que llegará y que nunca se ha ido de nuestros corazones. El tiempo de la vida y de la libertad de los de abajo, de los de cerca a la tierra. Sin rendirnos, ni vendernos ni dejarnos engañar: Vamos de vuelta a la casa grande de la Madre Tierra. 

Por: Tejido de Comunicación - ACIN

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