domingo, 24 de julio de 2016

Las bases de las FARC, del paraíso al infierno del que huyeron


Libardo Sánchez Gómez*

Ad portas de la entrega de armas y reinserción  de  las FARC ha venido quedando al  desnudo la metamorfosis conceptual de su cúpula negociadora.  Abiertamente renuncian a la revolución, en el futuro serán   evolucionistas,  y dejarán de lado  la combinación de las formas de lucha, un axioma marxista para transformar el modelo de producción capitalista, con votos esperan retocar   la cara salvaje del capitalismo.    De  ahora en adelante lo intentarán    a través de las urnas, solo que, lamentablemente,  el parlamento es el sitio menos adecuado para lograr transformación social alguna. Eduardo Galeano dijo que “si el voto sirviera para algo la oligarquía ya nos lo hubiese prohibido”. Pero los dirigentes sueñan con  llegar a  ser políticos exitosos, arrolladores en la plaza pública,  políticos victoriosos; en palabras de Gabriel Ángel,   el buen político es “aquel que consigue un número aplastante de seguidores”.  Claramente sus utopías serán otras, de ahora en adelante, para acabar con la pobreza lo harán “creando riqueza”.  Este ideal no está lejos de lo expresado por Jorge Majfud,  “Quizás por naturaleza los humanos siempre tratamos de proteger nuestro optimismo, por poco que sea, negando la realidad y negando las consecuencias negativas de nuestras acciones en nombre del progreso y de la supuesta felicidad de ser ricos, que se sostiene sobre todo por el hecho de que por norma general es una aspiración perpetua, es decir, una utopía individual, renacentista” (Los universos paralelos. Resumen de la ponencia en Naciones Unidas. 26 de mayo 2016)

Los amigos de los nuevos farianos serán otros, parafraseando a Neruda, “nosotros los de entonces, ya no seremos los mismos”, ni ellos tampoco.  Sus amigos no seremos los revolucionarios, pues para su gusto somos unos  radicales “ultraizquierdistas”.   Al respecto el revolucionario e intelectual Isa Conde dice en su respuesta al camarada, espero que el término no le ofenda, Gabriel Ángel, reconocido analista y vocero de las FARC,  “…Gabriel Ángel, por demás, conociéndonos, ha recurrido a un ataque desconsiderado. Apeló sin rubor a la descalificación, a la estigmatización y al maltrato sin fundamento de quienes asumimos sin vacilación la condición de aliados estratégicos de las FARC en la lucha por la Patria Grande y del socialismo  de cara a aquellas izquierdas, que al renunciar a la revolución y abrazar diferentes variantes del reformismo y de las corrientes posibilistas (incluido el social pendejismo) se empeñaron en excluirnos de sus foros”.

Son muchas las justificaciones esgrimidas por la cúpula fariana para abandonar las armas, entre otras,   “el clamor del pueblo”, seguramente será el clamor de la “izquierda progresista” a quien la existencia de las guerrillas daña su imagen de izquierdistas buenos, y    por la imposibilidad de derrotar a la oligarquía (¿derrotismo?) Dice Gabriel Ángel en su análisis, “Podrá decirse todo cuanto se quiera del odiado imperialismo y la malvada burguesía, pero mientras cuenten con la aquiescencia de unas mayorías que, por la razón que sea, prefieran acogerse a su sombra en lugar de combatirlos, por fuerte que griten los rebeldes o por ruidosos que sean sus disparos, será imposible vencerlos” (Las vías para la revolución y el socialismo aún siguen siendo exploradas.  La Pluma de Gabriel Ángel. Julio 2016)  Da entender el analista fariano que cinco décadas de resistencia no tuvieron sentido. Olvida la cúpula que las condiciones de asimetría de la guerra contra el Estado desde cuando Manuel Marulanda empuñó la escopeta eran peor que las de ahora, y miren hasta dónde llegaron ocho campesinos, hoy se dice que hay activos más de ocho mil combatientes bien armados, con retaguardias casi inexpugnables.  También, dice Gabriel Ángel que el triunfo de David sobre Goliat es puro cuento, ya ni siquiera es una utopía.  Pero, también, olvida que en todos los enfrentamientos David ha salido victorioso, Corea del Norte, Cuba, Vietnam, entre otros, así lo demuestran.  Y se nota en la cúpula de las FARC afán desmedido por concluir las negociaciones, el tiempo por el que comienzan a transitar hacia su nuevo mundo es raudo y tenso   contrario al relajado de la   guerra de guerrillas. Aquel era otro, los segundos no eran rápidos ni lentos, apenas eran, y el futuro, como en la cosmogonía de nuestros indígenas,  el tiempo no iba  hacia adelante.  Para nuestros aborígenes amazónicos el futuro va en la espalda, en el recuerdo, en la memoria. En las guerras de liberación el  tiempo no cuenta solo la historia. Y los cincuenta y dos años de historia, por cierto victoriosa, de las FARC no son nada. Tal vez, para la victoria final, se  requieran otros cincuenta años, y tampoco son nada.

La  cúpula afirma  que “Las FARC nos transformaremos en un movimiento político legal, conservando nuestra cohesión y unidad históricas, con todo el propósito de trabajar de manera amplia con las masas de inconformes en Colombia, por el cumplimiento de todo lo acordado en la Mesa de Conversaciones y al mismo tiempo por su profundización. No hemos abandonado ni abandonaremos nuestras convicciones ideológicas y políticas por la revolución y el socialismo”, buenas intenciones, pero  se avizora una realidad distinta. Pero será casi imposible conservar  la anhelada “cohesión y unidad histórica”,  pues tan pronto firmen los acuerdos cada uno tendrá que coger su propio camino. Y así será simplemente porque aceptan reintegrarse a una realidad social,  política y cultural ya construida, es decir, al viejo statu quo inequitativo y excluyente sin modificación alguna. Según Isa Conde, “un Estado, por demás, intacto en sus estructuras y vocación criminal-represiva, bajo tutela e intervenido por un imperialismo pentagonizado en mayor grado que antes”. La unidad y cohesión, tampoco, serán posibles, pues como parte de un todo  cada guerrero recibía  sustento, protección e, incluso, educación _sobre todo política_  Los campamentos eran el paraíso  proveedor de bienes. Nada  de eso en adelante podrá ser. Del paraíso saldrán, por voluntad de  la todopoderosa cúpula, hacia el mundo de los mortales.  Algunos ex combatientes encontrarán    trabajo, pero la gran mayoría tendrá que subsistir como lo hacen  sus familias, es decir, de milagro. En ninguna parte del mundo ningún partido o movimiento político puede mantener a todos sus miembros y/o adeptos.  Pero peor, aún, es lo que tiene que ver con la seguridad de los reinsertados, todo mundo sabe que sin armas serán presa fácil de  los ejércitos de los terratenientes y empresarios del campo. El anhelo de convertirse en “movimiento político legal” será traumático. Los farianos con armas o sin ellas serán considerados “el enemigo interno”. Esa es una concepción que trasciende los ámbitos domésticos, pues es impuesta por el imperio a todo el mundo. No olvidar que el cuerpo militar  está para hacer cumplir  los ucases imperiales, y éste sigue intacto  en número y talante.  

La cúpula ha transmitido, no dudamos de su buena fe,   a las bases una visión demasiado optimista y distante    de la  realidad acerca de las bondades de los acuerdos pactados con el Gobierno. Claro que esa óptica incierta ha sido captada por  muchos de sus miembros lo que ha llevado a que la unidad no sea tan monolítica como se cree.  Una  cosa piensa la cúpula y otra buena parte de las bases guerreras.    Es sabido que algunos frentes se han apartado de dichos acuerdos y no se reinsertarán. Un ejemplo, que nos da una idea precisa sobre el horizonte variopinto de la visión que existe entre  las bases y la cúpula,  lo encontramos en la entrevista realizada por María Jimena Duzán a un grupo de  guerrilleros del Bloque Oriental de las FARC.  Pregunta  la periodista aun joven guerrillero, ¿“usted que va hacer una vez se desmovilice”? Y el guerrillero lleno de dudas le contesta, “estaré listo para hacer  lo que la organización decida…”.  El guerrero, en su    imaginario   de luchador comprometido, deja entrever que está  convencido que apenas habrá un pequeño cambio en el escenario. Él no cree que la obra ya terminó.  La periodista le pregunta a una guerrillera, también, muy joven, palabras más palabras menos, ¿cómo se imagina que se sentirá cuando se reúna con su familia? La guerrillera presa  de  angustia contesta, “para mí algo que no puedo definir”, y a renglón seguida   expresa, que “sentirá mucha alegría, pero también tristeza”, pues sus padres están lejos del paraíso en que ella vive en un mundo plagado de hambre y miseria, en el que en adelante le tocará ir a sobrevivir.   Luego entrevista al comandante “Mauricio el Médico”, la periodista indaga acerca de cómo será en adelante el trabajo político, el comandante le expresa, ”...nosotros somos marxistas, tenemos una idea clara de para dónde vamos”.  Entonces, María Jimena les hace ver a los guerrilleros allí presentes, que la cúpula guerrillera en La Habana maneja otro discurso, en ese momento otro guerrillero irrumpe en la escena y acota, “… lo que pasa es que ellos  emplean otro lenguaje, pero todos somos lo mismo…”. Después de escuchar las opiniones de los guerrilleros de aquel Frente, los cuales invariablemente ingresaron a las filas insurgentes, como es el caso de la mayoría, debido a la violencia y miseria vividas en su entorno, nos sobrecoge una enorme desazón porque  a  los  indomables luchadores por la libertad y la dignidad les tocará volver al  infierno del que algún día salieron.

*Catedrático universitario.


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